La cueva de San Ignacio
La cueva de San Ignacio es un lugar de gran importancia en la vida de San Ignacio de Loyola, un santo español nacido en 1491 en el País Vasco. Es conocido principalmente por ser el fundador de la Compañía de Jesús, también conocida como los Jesuitas. Aquí tienes algunos puntos clave sobre su vida:
Juventud y Militarismo
Antes de su conversión espiritual, Ignacio de Loyola fue un soldado y vivió una vida marcada por la ambición y el deseo de gloria militar. Sin embargo, en 1521, mientras luchaba en la Batalla de Pamplona, sufrió una grave herida en la pierna que cambió el curso de su vida.
Escrutinios Espirituales:
Ignacio es conocido por su método de discernimiento espiritual, que detalló en su obra «Ejercicios Espirituales». Este método ofrece pautas para la oración, la meditación y la toma de decisiones basadas en principios espirituales.
Fundación de la Compañía de Jesús:
Después de su transformación espiritual, Ignacio se dedicó a estudiar teología. Junto con un grupo de compañeros, fundó la Compañía de Jesús en 1540, una orden religiosa dedicada a la educación, la evangelización y el servicio a los demás. La orden creció rápidamente y se convirtió en una de las más influyentes dentro de la Iglesia Católica.
Canonización y Legado:
Ignacio de Loyola fue canonizado como santo por el Papa Gregorio XV en 1622. Su legado perdura en la labor educativa y misionera de los Jesuitas, así como en su énfasis en la formación espiritual y el servicio a los demás.
Conversión Espiritual
Durante su recuperación, Ignacio comenzó a leer sobre la vida de Cristo y los santos. Esta experiencia de lectura y reflexión lo llevó a una profunda conversión espiritual. Decidió dedicar su vida a seguir a Cristo y a trabajar por el bien de los demás.
El exterior del Santuario de San Ignacio
En la fachada lateral barroca del Santuario de San Ignacio de Loyola, hay detalles que seguro llaman la atención, especialmente en el cuerpo superior, donde encontramos:
26 ángeles músicos
Estos angelitos están representados tocando diferentes instrumentos, algo muy típico del estilo barroco, que solía mezclar lo divino con lo artístico. La idea era crear una sensación de conexión entre el cielo y la tierra a través de la música celestial.
24 personajes históricos
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Aunque no tengo los nombres exactos de estos personajes, suelen ser figuras importantes dentro del cristianismo, como santos, papas o personajes clave de la Contrarreforma, un movimiento en el que los jesuitas, la orden que fundó San Ignacio, tuvieron un papel importante.
Óculos elípticos
En cuanto a los óculos, son esas ventanas ovaladas que ves en la parte superior. Además de ser decorativas, dejan entrar luz al interior del santuario y le dan un toque dinámico y fluido al diseño de la fachada.
Este tipo de detalles hacen que la fachada sea un claro ejemplo de la teatralidad y grandiosidad del estilo barroco, diseñado para impresionar y emocionar a quienes lo ven.
La hornacina central del Santuario de San Ignacio de Loyola
- En el centro de la fachada se encuentra una hornacina (un nicho o hueco en la pared) que alberga la imagen de San Ignacio de Loyola. San Ignacio está representado con dos símbolos clave: una pluma y el libro de los Ejercicios Espirituales, su obra más importante y el pilar fundamental de la espiritualidad ignaciana.
- Este tipo de representaciones son comunes en las iglesias jesuíticas, destacando la figura de su fundador como un modelo de virtud y guía espiritual.
La cueva de San Ignacio en el estilo jesuítico y barroco catalán
El rosetón oval
- Sobre la imagen de San Ignacio se encuentra un rosetón de forma ovalada, que no es solo un elemento decorativo, sino que tiene un profundo simbolismo religioso. En este caso, el rosetón oval representa la iluminación divina, una idea central en la espiritualidad jesuítica que pone énfasis en la luz como símbolo de la verdad y la gracia divina.
- En términos arquitectónicos, los rosetones son una característica común en iglesias barrocas, ya que, además de su simbolismo, permiten la entrada de luz al interior del edificio, reforzando la conexión entre lo divino y el espacio sagrado.
Columnas corintias
- La hornacina de San Ignacio está enmarcada por columnas de estilo corintio, el estilo más ornamentado de los órdenes clásicos. Las columnas corintias se caracterizan por sus capiteles decorados con hojas de acanto, un detalle elegante que añade una sensación de majestuosidad y refinamiento a la estructura.
- Este uso de columnas es típico del barroco, donde la ornamentación juega un papel clave en la transmisión de valores espirituales y en la creación de un ambiente de solemnidad y grandeza.
El interior del Santuario de San Ignacio de Loyola
Lo que más llama la atención en la decoración interior, que se terminó en 1864, es el altar principal. Aquí verás representada a la Santísima Trinidad, pero lo curioso es que el Espíritu Santo aparece como una paloma que está sobre la esfera del mundo. Justo debajo de esta escena se encuentra la Virgen de la Inmaculada, acompañada a ambos lados por figuras de San Ignacio y San Francisco Javier. El corazón del santuario y las tribunas siguen un estilo barroco con llamativas molduras doradas.
La obra de Marko Ivan Rupnik en el Santuario de San Ignacio de Loyola
en el Santuario de La Cova de San Ignacio tiene su origen en una visita que hizo al lugar en 2015. Durante esa visita, Rupnik propuso un proyecto artístico que representara un itinerario inspirado en los Ejercicios Espirituales y la historia de la Salvación. Desde entonces, ha trabajado junto a su equipo del Centro Aletti en Roma para diseñar las ocho estancias que forman las naves laterales del santuario. Lo más interesante es cómo estas estancias se relacionan con los Ejercicios Espirituales, creando un viaje visual y espiritual único.
La experiencia y la sensación que me dieron estas obras por todo el interior del templo fue muy placentera, sentí una sensación de libertad, armonía y tranquilidad, además de que todo se ve muy limpio y muy luminoso, es algo que únicamente se logra con una verdadera obra de arte como la del mosaiquista y sacerdote Marko Ivan Rupnik, es una visita que sin duda recomiendo.
La Antecueva del Santuario de San Ignacio
La antecueva, antes del siglo XIX, era el espacio principal para el culto religioso, pero cuando construyeron la iglesia, pasó a ser el vestíbulo que lleva a la famosa Cueva. Entre 1906 y 1919, el pintor jesuita Martín Coronas fue el encargado de su decoración, apostando por un estilo modernista con un toque ecléctico. Se esmeró en llenar el lugar de detalles decorativos en el suelo, paredes y techo, creando un espacio que va más allá de lo visual: la idea era preparar a los visitantes para adentrarse en el sitio más espiritual de todo el santuario.
La ornamentación no está ahí solo por estética, tiene un propósito. Las vidrieras de las ventanas, los mosaicos que parecen ventanas y los medallones en las paredes cuentan la vida de San Ignacio. Incluso el pavimento tiene su historia, con el escudo de la familia de Ignacio y símbolos que recuerdan su pasado militar. Todo está pensado para sumergirte en la espiritualidad del lugar antes de llegar a la Cueva.
Ángeles representados en mosaicos del Santuario de San Ignacio
Al entrar en la antesala de la Cueva, te reciben unas increíbles obras de arte, entre ellas las vidrieras y mosaicos creados en 1909 por el taller de H. J. Maumejean en Barcelona. En el lado derecho de la sala, se encuentran cuatro ángeles hechos en mosaico, cada uno portando un mensaje que puedes leer claramente. Estos ángeles están alineados a lo largo de toda la pared derecha, dándole al espacio un toque espiritual y artístico muy especial.
En el lado izquierdo de la pared, verás otra serie de cuatro ángeles, cada uno con su propio mensaje. A diferencia de los ángeles de mosaico del lado derecho, estos están representados en vitrales hechos de vidrio, pero también fueron creados por el taller de H. J. Maumejean. Los detalles en los vitrales son igual de impresionantes y añaden un contraste interesante con los mosaicos del otro lado.
La entrada de La cueva de San Ignacio
Finalmente, llegamos a la entrada de la Cueva de San Ignacio, flanqueada por dos enormes ángeles de bronce que representan la oración y la penitencia de San Ignacio. Justo sobre la entrada, podemos ver dos pequeños angelitos sosteniendo un libro donde está grabada la frase «Ejercicios espirituales» y el famoso monograma IHS (Iesus Hominum Salvator, que significa «Jesús salvador de los hombres» en latín). Un poco más arriba, se encuentra la imagen del Espíritu Santo, acompañado de siete ángeles en actitud de oración. Toda la composición es una obra de arte impresionante que definitivamente merece ser visitada.
Ya que hablamos del monograma IHS, es interesante recordar que fue adoptado por Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, como su sello personal, convirtiéndolo en símbolo de los Jesuitas. Con el tiempo, los miembros de la orden empezaron a añadirle rayos solares, dándole un toque único y especial.
Y un dato curioso: el Papa Francisco, también jesuita, lleva este mismo IHS en su escudo personal.
Interior de La cueva de San Ignacio
Este lugar es, sin duda, el más significativo del legado ignaciano. Aquí es donde Ignacio de Loyola pasaba gran parte de su tiempo en reflexión y escribiendo. Al entrar y observar las formaciones rocosas, me di cuenta de que se trataba de una cueva natural. Según las fuentes, es una gruta situada sobre el río Cardener, formada de manera natural por la erosión fluvial durante el Terciario.
En el fondo de la cueva se encuentra un retablo de alabastro, una piedra blanca, compacta y relativamente suave, que a veces tiene un aspecto traslúcido. El alabastro es muy utilizado para esculturas y elementos decorativos por su facilidad de manejo y su elegante acabado. Este retablo, llevado a la cueva en el siglo XVII y creado por Joan Grau, representa al santo escribiendo los Ejercicios Espirituales en Manresa.
Personalmente, me resultó un lugar muy acogedor, interesante y único. Al contemplar las formaciones rocosas, no podía dejar de imaginar cuántas historias habrán presenciado esas piedras. Si pudieran hablar, sin duda reescribirían la historia tal como la conocemos hoy.
Cave también resaltar que en el año 1522 Ignacio de Loyola estuvo casi un año completo en Manresa, que fue el tiempo en el que el experimento su transformación espiritual, que fue lo que hiso que más tarde fundase la compañía de Jesús, este fue el lugar que le inspiró para escribir los ejercicios espirituales y por lo tanto lo que era una simple cueva se convirtió en un gran santuario y el principal y más conocido lugar ignaciano.
Horarios y también cómo llegar a La cueva de San Ignacio en Manresa
Horario del Santuario
Invierno
Del 1 de octubre al 28 de febrero:
Martes a sábado de 10 a 13 h y de 15 a 18 h. Domingos y días de precepto de 10 a 12 h
Domingos y días de precepto: a las 12 h celebración de la Eucaristia.
Verano
Del 1 de marzo al 30 de septiembre:
De martes a sábado de 10 a 13 h y de 16 a 19 h. Domingos y días de precepto de 10 a 12 h.
Domingos y días de precepto: a las 12 h celebración de la Eucaristia.
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Página oficial del Santuario