Un recorrido hacia el balneario de La Puda de Montserrat
Situado en la ribera izquierda del río Llobregat y cerca de la icónica montaña de Montserrat, el balneario de La Puda de Montserrat se erigió a mediados del siglo XIX. Gracias a sus aguas sulfurosas, el hermoso entorno natural y su espléndido diseño arquitectónico, se convirtió en uno de los balnearios más destacados de España en su tiempo. Si alguna vez han transitado por la carretera que une Abrera y Manresa, probablemente habrán visto la impresionante fachada de este edificio.
El origen de las aguas sulfurosas
La formación geológica del lugar condiciona la existencia de las aguas termales de La Puda, que se encuentran en la falla prelitoral inversa, donde los materiales triásicos se superponen sobre el Paleoceno y el Eoceno de la Depresión Central. Este fenómeno geológico también caracteriza a otros balnearios catalanes, como La Garriga, Caldes de Malavella o Caldes de Montbui. La falla permite el ascenso de las aguas profundas hacia la superficie.
Según estudios, las aguas de La Puda comenzaron a fluir después del terremoto de Lisboa de 1755, que afectó a Cataluña. Rubió explica que los manantiales de la zona surgieron como resultado de este terremoto. Por su parte, Fontserè documenta que las aguas de Monistrol de Montserrat se enturbiaron, apareciendo rojizas. Manuel Arnús de Ferrer, médico del balneario entre 1847 y 1874, menciona que ya en el siglo XVIII había personas que acudían a bañarse en los “pozos humeantes” de la zona donde brotaban las aguas.
Propiedades Curativas de las Aguas
Las aguas termales de La Puda son una maravilla natural. Son ricas en propiedades físicas y químicas, además de contener minerales disueltos, lo que las convierte en un recurso valioso para tratar diversas afecciones. Puedes disfrutar de sus beneficios a través de baños, lodos o incluso bebiéndolas.
En su «Tratado completo de las aguas minerales de España», P. M. Rubio nos habla de estas aguas: “Al brotar, el agua es transparente y ligeramente opalescente, con un olor y sabor que recuerda a huevos podridos, o sulfuroso. Al estar en contacto con el aire, su olor y sabor se intensifican. Aunque después de unas seis horas, este aroma desaparece, dejando un sedimento amarillo.»
Estas aguas son sulfurosas, nitrogenadas y radiactivas, perfectas para tratar problemas dermatológicos, reumatismo crónico, bronquitis, asma y diversas afecciones ginecológicas. Su temperatura al brotar oscila entre los 29 y 32º C. Además, el agua deja a su paso una sustancia sedimentosa, como un lodo que se ha utilizado para tratar problemas de piel.
Este lodo fue denominado «olesina» por Arnús, inspirado en Longchamps, quien llamó «baregina» al sedimento de las aguas de Bareges en los Altos Pirineos de Francia. Curiosamente, se le llama «olesina» y no «esparraguerina» porque, aunque el balneario se encuentra en Esparreguera, siempre ha tenido una conexión fuerte con Olesa de Montserrat.
Historia del Balneario La Puda de Montserrat
Aunque las aguas de La Puda ya eran reconocidas desde el siglo XVIII e incluso antes, fue en 1818 cuando se comenzaron a utilizar con fines terapéuticos. En ese año, el gobierno nombró a Antoni Coca i Rabassa como médico del balneario. Este nombramiento formó parte de la intención gubernamental de regular los establecimientos balnearios.
El primer Reglamento de Aguas y Baños Minerales fue redactado en 1816, dando origen al Cuerpo de Médicos Directores de Baños y Aguas Mineromedicinales. Esta normativa establecía que un médico funcionario debía supervisar cómo se utilizaban y aplicaban las aguas termales.
Cuando Antoni Coca llegó a La Puda, las condiciones para que los enfermos disfrutaran de las aguas eran bastante precarias. Aún se bañaban en los «pozos humeantes», que eran agujeros por donde brotaban las aguas termales. Como médico director, Coca promovió la mejora de estos manantiales. Gracias a su colaboración con Salvador Garriga, un sastre de Esparreguera, comenzó la historia del balneario tal como lo conocemos.
La Construcción de los Edificios en La Puda
En 1829, se dieron los primeros pasos para construir dos edificios a ambos lados del río Llobregat, justo en el lugar donde brotaban las aguas. Salvador Garriga, quien compró los terrenos a Joaquim Pedrosa y Magí Tobella, campesinos de Esparreguera, pidió permiso al Real Patrimonio para aprovechar las aguas.
Sin embargo, la empresa se declaró en quiebra antes de que se levantaran los edificios, ya que Garriga no pudo cumplir con el pago del canon anual para el dominio útil del agua ni acondicionar adecuadamente el sitio. Esta situación lo llevó al suicidio en 1831, en un torrente que todavía se conoce como el «torrente del sastre pobre».
El Auge del Balneario
Después de su trágica muerte, su hermano Pau Garriga decidió seguir con el proyecto. Se asoció con Francesc Castells y Francesc Pedrosa, terratenientes de Esparreguera, para retomar las obras. Finalmente, en 1834, se terminaron los dos edificios, pero surgió un gran problema: el agua de La Puda brotaba cerca del nivel del río, lo que impedía construir las estructuras a una altura adecuada. Esto resultó en que, durante varias crecidas, el agua se inundara y dañara las instalaciones. En 1842 y 1843, el río inundó los edificios, llevándolos consigo. La experiencia puso de manifiesto la necesidad de diseñar un edificio con cimientos más sólidos. Fue entonces cuando un nuevo empresario de Barcelona, que también era profesor de medicina y cirugía, tomó la iniciativa de rediseñar el proyecto.
La Junta directiva del Balneario La Puda de Montserrat
El documento histórico de la Junta Directiva de La Puda de Montserrat, fechado en 1845, relata los objetivos fundacionales de esta sociedad. Buscaban aprovechar las propiedades curativas de las aguas termales de La Puda para establecer un centro de salud y recreo. Este proyecto pionero en Esparreguera, Barcelona, no solo tenía un fin comercial. También era humanitario, ya que pretendía ofrecer alivio a las personas con enfermedades cutáneas y respiratorias.
Objetivos y propuestas
La junta planeaba desarrollar un complejo de servicios múltiples. En los prospectos iniciales se mencionaban:
- Casa de curación y convalecencia: para tratamientos de enfermedades mediante el uso de aguas termales sulfuradas.
- Gimnasios y jardines: para mejorar la salud física de los visitantes y embellecer el entorno.
- Asilo para personas con enfermedades mentales: especialmente para aquellos con recursos limitados, buscando darles un tratamiento más digno y humanitario.
- Establecimiento ortopédico: destinado a personas con problemas de movilidad.
Progresos iniciales
En sus inicios, la sociedad construyó una casa de baños y mejoró el acceso desde Esparreguera. Se reparó la carretera, eliminando los peligros del camino. Además, se embotelló el agua para su distribución, lo que permitió que personas de diversas localidades del Principado disfrutaran de sus propiedades sin necesidad de ir al balneario.
Estado y proyecciones
Aunque el proyecto progresaba con el apoyo de accionistas y figuras notables, la construcción del edificio principal seguía en proceso. La Junta Directiva, inspirada en balnearios europeos como Aix-la-Chapelle, Vichy y Bath, aspiraba a replicar su éxito en La Puda. Su objetivo era generar beneficios tanto para la sociedad como para la región circundante.
Esta narración histórica evidencia el intento de combinar innovación en salud y recreación, buscando también beneficios económicos y reflejando una visión integral del bienestar físico, mental y social de la época.
La Quiebra de la Sociedad
Lamentablemente, la sociedad no pudo llevar a cabo su ambicioso proyecto y terminó en quiebra, acumulando gastos improductivos de 1,000 reales diarios. Aunque la construcción del edificio proyectado no se completó, se logró edificar un cuerpo lateral junto al río, que contaba con un sótano, tres plantas y una sección semicircular destinada a conectar con el cuerpo central. Estas estructuras ya estaban listas en 1858 y han llegado hasta nuestros días.
Continuación de las Obras
A pesar del fracaso del Dr. Pujades, el balneario siguió funcionando y las obras continuaron. En vez del gran cuerpo central, se construyó un edificio rectangular de dos pisos, ubicado justo detrás del espacio semicircular. Adosada a esta nueva construcción, se situó la capilla. Aunque no se siguió el plan original, el balneario contaba con todos los elementos necesarios para curar enfermedades y ofrecer a los visitantes una variedad de actividades, desde el descanso hasta el entretenimiento.
Diseño Interior del balneario
La planta subterránea albergaba la sala de baños, fuentes y cámaras de tratamiento. Actualmente cubierta de lodo por las crecidas del río, conserva bañeras de mármol y restos de escaleras que conducían a tres fuentes. Las habitaciones se distribuían en la primera y segunda planta.
El Ascensor
Era, sin duda, una de las joyas de sus instalaciones durante su época dorada. Imagina un elevador diseñado para llevar a los huéspedes de la alta burguesía a las diferentes plantas, especialmente a las zonas de baños y tratamientos. Se instaló entre finales del siglo XIX y principios del XX, simbolizando avances técnicos y arquitectónicos para ofrecer una experiencia más cómoda y lujosa.
Este ascensor no solo era práctico, sino que también tenía un diseño impresionante. Combinaba detalles decorativos típicos del modernismo, con acabados en hierro forjado y madera. Todo esto lo integraba perfectamente en la atmósfera elegante de La Puda. Además de facilitar el acceso, el ascensor se valoraba por su funcionalidad y atractivo visual. Era ideal para quienes buscaban relajación y cuidado en un entorno lujoso.
Servicios y Espacios Comunes
En la planta baja se encontraban los servicios esenciales del balneario: la administración, los salones, los comedores, la cocina y, por supuesto, la capilla. En el exterior, se podían disfrutar de una glorieta, una pérgola y un paseo de plátanos. Para 1878, todo el complejo ya estaba en pleno funcionamiento, ofreciendo un refugio a quienes buscaban salud y bienestar.
la Capilla del Balneario
La capilla del Balneario de La Puda de Montserrat, situada cerca de la entrada del recinto, se halla en un estado de severo deterioro. Sus paredes presentan signos claros de vandalismo, con quemaduras y grafitis que han dañado la estructura y el ambiente original del lugar. El altar, que fue el centro de los servicios religiosos y de la misa en la Fiesta Mayor, también ha sido destruido. También la tarima de madera, ubicada en la entrada, ha desaparecido. Este daño ha transformado la capilla en un lugar casi irreconocible en comparación con su esplendor pasado, cuando era un refugio de espiritualidad y recogimiento. Las fotografías actuales evidencian el marcado contraste entre su glorioso pasado y su actual estado de abandono, simbolizando una pérdida significativa de patrimonio.
La Fiesta Mayor y su Significado Espiritual
Cada año, el Balneario de La Puda celebraba la Fiesta Mayor. Durante el evento, se oficiaba una misa especial en la capilla dedicada a Nuestra Señora de la Puda de Montserrat. Esta ceremonia daba un sentido espiritual único a la experiencia de los visitantes. Situada en el interior del balneario, esta capilla fue un elemento clave en la experiencia de los visitantes. Ofrecía un espacio de introspección y espiritualidad, pensado como complemento religioso para brindar consuelo a pacientes y huéspedes. Entre los asistentes, predominaban miembros de la burguesía y nobleza. Estas personas buscaban tratamientos para sus dolencias, sobre todo durante el siglo XIX y principios del XX.
Desafíos Históricos y Deterioro
Durante la Guerra Civil Española, el balneario La Puda en Esparreguera sufrió un cambio radical en su función. En lugar de ser un lugar dedicado a la salud y el ocio, se transformó en un refugio que ofrecía albergue a personas desplazadas y, posiblemente, a soldados. Este tipo de reorientación fue común en muchos balnearios y edificaciones similares durante ese período. Esta transformación tuvo un impacto notable en la infraestructura del lugar. Se estima que durante la guerra, La Puda llegó a albergar a más de 500 refugiados, una cifra que superaba ampliamente su capacidad máxima, y algunos informes indican que esta cifra pudo alcanzar hasta los 800.
Las riadas que marcaron al Balneario La Puda de Montserrat
Su desafortunada vulnerabilidad ante las crecidas del río Llobregat. Las riadas más fuertes, en 1842 y 1843, tuvieron un impacto devastador en sus primeras instalaciones. Al estar construido en una zona baja, el balneario era un blanco fácil para las crecidas, y estas primeras riadas arrasaron los edificios, obligando a reconstruir gran parte de la infraestructura.
En 1971, el balneario volvió a enfrentar una crecida importante del Llobregat que causó grandes destrozos en las instalaciones. Años antes, en 1958, una riada había afectado tanto al lugar que el balneario cerró sus puertas definitivamente. Este último golpe se dio en un contexto complicado, ya que, para entonces, el turismo
La Experiencia en el Balneario de La Puda: Tratamientos y Estilo de Vida
Cuando los huéspedes llegaban al balneario, eran recibidos por el médico que residía allí durante la temporada de baños. Este profesional se encargaba de realizar un diagnóstico y prescribir los tratamientos adecuados. El personal de salud seguía sus indicaciones, preparaba los baños a la temperatura requerida y colocaba un reloj de arena en cada sala para medir el tiempo específico de cada tratamiento.
Registro y Servicios
El médico llevaba un control diario de cada paciente, asegurando la higiene de los baños y elaborando informes anuales sobre el estado de los tratamientos. En La Puda, se ofrecía una variedad de servicios hidroterápicos: agua termal para beber, medicación intravenosa, duchas termalizadas o frías, y cinco tipos diferentes de baños. Además, se realizaban irrigaciones, pulverizaciones, inhalaciones, masajes y aplicaciones tópicas como lodo, pomadas y jabones.
Actividades y Entretenimiento en La Puda
La estancia en La Puda no solo se centraba en la salud, sino que también ofrecía un montón de actividades para disfrutar. Los huéspedes podían divertirse en una sala de ping-pong, jugar al tenis o practicar frontón. Con el impresionante Montserrat de fondo, había opciones para todos los gustos: desde pescar en el río hasta unirse a excursiones organizadas.
Estas salidas llevaban a lugares fascinantes como el monasterio de Montserrat, el castillo-eremita de Sant Salvador de les Espases, la ermita prerrománica de Santa Margarida de Esparreguera, las cuevas de salitre de Collbató, el salto de agua del Cairat y muchas fuentes y masías de la zona. Y para rematar la experiencia, en el magnífico salón se celebraban verbenas de verano y otros eventos colectivos. La Fiesta Mayor era un momento destacado del año, con una misa en la capilla dedicada a Nuestra Señora de la Puda de Montserrat que reunía a todos los asistentes.
Un Espacio Elegante y Aristocrático
La Puda se destacó como uno de los balnearios más prestigiosos de su época, atrayendo a personalidades de renombre desde sus inicios. En los registros anuales y las fichas médicas, encontramos nombres notables que disfrutaron de sus aguas. Por ejemplo, en 1833 se documenta la estancia del marqués de Bellpuig, y en 1835, la del Capitán General de Cataluña y líder carlista, Manuel de Llauder y Carmín.
La realeza en el Balneario La Puda de Montserrat
La reina Isabel II también se sumó a la lista de ilustres visitantes; sus médicos le recomendaron las aguas de La Puda, que incluso le enviaban a Madrid o a donde ella se hospedara. En 1844, el boticario de la cámara real pasó unos días en el balneario para llevar las aguas a Barcelona, y en 1860, volvió a visitar el establecimiento. Ese mismo año, el doctor Routereau, miembro de la Sociedad Hidrológica Médica de París, también se hospedó allí. Además, otros personajes destacados como el poeta Jacint Verdaguer en 1874 y el novelista Narcís Oller en 1890 disfrutaron de su estancia.
El perfil de los bañistas incluía una variedad de profesionales como industriales, comerciantes, médicos y otros expertos. La afluencia fue notable, especialmente en el siglo XIX, con un registro de 2,000 visitantes en 1865. De unos 100 balnearios en España, solo ocho lograron superar las 1,000 visitas durante ese siglo. En términos económicos, La Puda logró mantener una media anual de alrededor de 100,000 reales en la segunda mitad del siglo XIX, siendo el único balneario en el país en alcanzar tales cifras de ganancias.
El Hotel Gori: Una Escala Clave en el Camino al Balneario de La Puda
Inaugurado en 1899 en Olesa de Montserrat, el Hotel Gori fue mucho más que un hospedaje; representaba un punto estratégico para quienes iban de camino al Balneario de La Puda. Su fundador, Joaquim Casals Batista, conocido cariñosamente como «Quim Gori», construyó este elegante edificio de estilo neoclásico, rodeado de jardines pensados para atraer a los visitantes de la alta sociedad que buscaban los beneficios termales de La Puda.
El hotel no solo ofrecía alojamiento, sino que facilitaba el trayecto entre Olesa y el balneario mediante diligencias privadas, además de enlazar con la ruta hacia Barcelona. Esto convirtió al Hotel Gori en una parada obligatoria para el turismo de bienestar de la época, consolidando la conexión turística y de salud entre Olesa y La Puda.
En 1931, el hotel fue donado al municipio y actualmente alberga el Ayuntamiento de Olesa de Montserrat. Aún conserva gran parte de su diseño original, una reliquia histórica que sigue recordando la época dorada del turismo termal en la región.
El Puente de La Puda de Montserrat
El puente de hierro del balneario La Puda de Montserrat, encargado al arquitecto Elies Rogent en 1858, fue una obra arquitectónica innovadora para su época. Su propósito principal era conectar el balneario con el camino de Esparreguera y con puntos cercanos como el congost del Cairat y el Monasterio de Montserrat. Esta conexión conllevaba el potencial de establecer al balneario como un destino turístico relevante.
Inicialmente, se proyectó un puente de madera, pero debido a los avances en construcción con hierro (impulsados en Barcelona por Joan Torras, colaborador de Rogent), se optó por este material para ofrecer una estructura más duradera y apta para el terreno. La estructura de hierro fue decorada con madera, logrando una estética que integraba funcionalidad y atractivo visual, convirtiéndose en un elemento paisajístico destacado y en un símbolo del asentamiento del balneario, más allá de ser un simple acceso.
Este puente peatonal no era el camino principal al balneario, ya que la carretera principal y la posterior estación de ferrocarril no lo atravesaban. Sin embargo, servía de entrada para las actividades turísticas, siendo un paso que resaltaba la naturaleza salvaje y el entorno tranquilo, en contraste con el imponente edificio central del balneario.
El apeadero de La Puda: Una exclusiva para el balneario
¿Sabías que hace más de un siglo, el Balneario La Puda de Montserrat era un destino tan famoso que incluso tenía su propia estación de tren? Así es, en los años 20, el tramo de vía que iba de Olesa de Montserrat hasta el apeadero de La Puda abrió para facilitar el acceso a quienes buscaban los beneficios de sus aguas termales. Este pequeño apeadero era el enlace directo hacia el balneario, pensado especialmente para los viajeros interesados en la salud y el bienestar que ofrecían sus famosas aguas sulfurosas.
El auge y el declive de un destino termal
El apeadero comenzó a operar en 1922, con el tramo de vía entre Olesa y La Puda inaugurado el 26 de julio, y el tramo de La Puda a Monistrol poco después, el 30 de diciembre del mismo año. La estación se convirtió rápidamente en una parada clave en el recorrido de quienes llegaban al Balneario La Puda de Montserrat, buscando aliviar dolencias con las aguas termales del lugar, que se consideraban un remedio natural para distintas enfermedades. Pero, con el paso del tiempo, el turismo termal fue decayendo. Las instalaciones del balneario empezaron a deteriorarse y, naturalmente, el apeadero comenzó a perder su relevancia.
La desaparición del apeadero y su legado
Con el cambio en las preferencias de los viajeros y las dificultades para mantener el apeadero en buenas condiciones, eventualmente dejó de funcionar. Las mejoras en los sistemas de transporte y las modificaciones en las rutas ferroviarias también influyeron en el cierre definitivo de la estación. Hoy, aunque el apeadero de La Puda ya no está en servicio, sigue siendo un testimonio del esplendor que alguna vez rodeó al Balneario La Puda de Montserrat y de la gran cantidad de personas que acudían en su búsqueda de salud y descanso en un entorno privilegiado.
La Decadencia del Balneario La Puda
El balneario de La Puda operó durante alrededor de un siglo, desde mediados del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX. Hubo un paréntesis en su actividad durante la Guerra Civil, cuando sirvió de refugio para los desplazados. Sin embargo, en 1958, el balneario cerró sus puertas de manera definitiva. Esta decisión no fue única, ya que muchos balnearios enfrentaron el mismo destino debido a la creciente preferencia por las vacaciones en la playa, la aparición de nuevos tratamientos médicos y lo que se denomina la «crisis de la pastilla».
Intentos de Rehabilitación
En 1964, Joan Dalmases, un vecino de Olesa, compró el balneario. A partir de entonces, el antiguo salón-comedor funcionó como restaurante durante la temporada de la Passió d’Olesa de Montserrat, y la capilla se utilizó para eventos como comuniones y bodas. Sin embargo, en 1971, el lugar sufrió daños significativos a causa de las inundaciones del río. Además, la construcción de la carretera de Abrera a Manresa en la década de 1970, justo al lado del edificio, eliminó su atmósfera de tranquilidad y soledad.
Deterioro y Subasta
A finales de los años noventa, un nuevo propietario adquirió el balneario con la intención de renovarlo, pero su plan no prosperó, lo que llevó a un deterioro acelerado por actos de vandalismo. Alrededor del año 2000, la propiedad fue subastada y comprada por un nuevo dueño a finales de 2001. Actualmente, acceder a gran parte del edificio es complicado debido a su estado de ruina. Sin embargo, la sección más antigua, que incluye la impresionante galería de baños diseñada por Oriol i Bernadet, sigue conservando una estructura que podría ser restaurada.
Robo en el Balneario de La Puda
Recientemente, el balneario de La Puda, ha sido víctima de un importante robo. La propietaria, Olga Farré, ha presentado una denuncia ante los Mossos d’Esquadra después de que los ladrones se llevaran un ascensor de 1924, una pérgola y una gran cantidad de material de hierro, como puertas y rejas. Se estima que el valor total de lo robado podría alcanzar los 80,000 euros, aunque Olga sostiene que, considerando la riqueza patrimonial de los objetos, el monto real sería mucho mayor.
En memoria a un icono de la historia de cataluña
A medida que el tiempo avanza, es esencial que recordemos la historia de este emblemático lugar y la importancia de su legado. Al compartir su pasado y las imágenes que lo representan, contribuimos a su resistencia en el tiempo. Espero sinceramente que en el futuro se elabore un plan de remodelación en lugar de demolición, como ha ocurrido con otros sitios abandonados. Mi intención es que este artículo sirva como un homenaje a La Puda y ayude a mantener vivo su recuerdo.
De película: La Puda de Montserrat en la cultura pop
La Puda de Montserrat ha sido escenario de diversas producciones culturales y eventos a lo largo de los años. En los años 90, Nacho Cano eligió el balneario para el videoclip de su canción El Patio, protagonizado por Penélope Cruz.
Posteriormente, en 2002, La Puda fue sede de una fiesta rave (una fiesta de música electrónica y baile que se celebra en lugares inusuales, a menudo de forma clandestina) que congregó a más de 2,000 personas. Que de este evento no tengo foto ni mas informacion.
Este icónico lugar también aparece en el video musical Heart of Soul (1992) de la banda británica The Cult.
En la literatura, es uno de los escenarios de la novela juvenil La llave de agua, de Pere Tobaruela.
Rutas de senderismo en el Balneario La Puda de Montserrat
La sección de Rutas de Senderismo por la Puda de Montserrat invita a explorar uno de los rincones naturales más singulares de Cataluña. Situada a los pies de la majestuosa montaña de Montserrat, La Puda ofrece un entorno cargado de historia, con antiguas termas y caminos serpenteantes entre paisajes rocosos y vegetación mediterránea. Cada ruta propone una experiencia única para descubrir la riqueza geológica y natural del lugar, además de vistas impresionantes y un ambiente tranquilo ideal para los amantes de la naturaleza y el senderismo.