La Basílica Santa María de La Seu de Manresa, también conocida como la Colegiata de Santa María de la Aurora, es sin duda el emblema del gótico manresano. Situada en la cima del monte Cardener, este impresionante edificio ofrece unas vistas increíbles del río y ha sido testigo de la historia de la ciudad desde sus comienzos.
Aunque originalmente su nombre hace referencia a un capítulo de canonjías, fue en 1886 cuando el papa León XIII le otorgó el título de basílica. Además, en 1931 fue declarada monumento histórico, reforzando su importancia como joya arquitectónica y cultural de la región.
La Basílica Santa María de La Seu de Manresa y su Evolución desde la Iglesia Románica
La Seu de Manresa que conocemos hoy se construyó para reemplazar una antigua iglesia románica que estaba en lo alto del monte Cardener, justo donde ahora se levanta el templo. Este monte, que se eleva unos 40 metros sobre el río Cardener, es considerado el origen de la ciudad de Manresa. Ya en el siglo IX había una iglesia de Santa María en este lugar.
Luego, a finales del siglo X, se edificó el primer templo románico, y en el siglo XII lo reemplazaron por otro, también románico. Esta segunda iglesia fue la que existía cuando, en 1901, el consejo municipal decidió levantar la basílica actual.
La representación de cómo era aquella iglesia románica se basa en restos arqueológicos y lo que se ha descubierto en diversas excavaciones, por lo que sigue siendo una interpretación aproximada.
Construcción de La Basílica Santa María de La Seu de Manresa
Maestro de obras de la Basílica Santa María de La Seu de Manresa
Berenguer de Montagut, el gran desconocido del gótico catalán, fue el arquitecto encargado de varias obras importantes en Manresa y Barcelona. Aunque sabemos poco sobre su vida, lo conocemos gracias a los contratos que firmó. En 1322 se le encargó la construcción de la Seu de Manresa, aunque antes ya había trabajado en el puente sobre el Cardener y en la iglesia del Carmen, también en Manresa. Más tarde, en 1329, se involucró en otro gran proyecto: la famosa iglesia de Santa María del Mar en Barcelona. A pesar de su huella en estas obras, sigue siendo una figura enigmática.
Recordemos que la construcción de Basílica Santa María de la Seu de Manresa se construyó sobre la antigua iglesia de Santa María, que podrán ver en los planos anteriores. También se ve claramente como la construcción de la Basílica va integrando en el plano poco a poco la antigua iglesia se queda fusionada por completo con el diseño de la nueva que conocemos hoy en día, sin duda una verdadera obra de arte arquitectónica del gótico catalán.
La finalización de la Seu, 1915-1934
Alexandre Soler i March
A principios del siglo XX, la fachada de la Seu de Manresa estaba bastante deteriorada, y aunque ya se habían hecho varias restauraciones desde el siglo XIX, aún quedaba mucho por hacer. En 1914, el arquitecto Soler i March presentó un proyecto para arreglarla, que fue bien recibido por figuras importantes como el obispo Torras i Bages y hasta Antoni Gaudí. Sin embargo, Gaudí no estaba del todo de acuerdo con algunos detalles y pidió cambios, como una bóveda a dos aguas y una estructura para proteger las campanas.
En 1915, se aprobó un nuevo proyecto inspirado en las ideas de Gaudí, y las obras empezaron, aunque con algunos retrasos por problemas de financiación. Se logró restaurar el campanario y se inauguró un nuevo baptisterio en 1921, pero las obras no terminaron hasta 1934. Aun así, quedaron pendientes algunas partes como las esculturas y la capilla del Santísimo.
Antoni Gaudí
La guerra y La Seu de Manresa
La Seu, con su campanario algo desproporcionado porque no se completó el proyecto original de Soler i March, tuvo que enfrentar más problemas. En 1936, Manresa vivió un año desastroso para su patrimonio. Siete iglesias fueron destruidas, cuatro de ellas góticas, incluyendo Sant Pere Màrtir, el Carme, Sant Miquel y Santa Llúcia, todas de la misma época que la Seu.
Aunque la Seu se salvó por muy poco, su interior fue completamente arrasado e incendiado. Lo único que se perdió de la estructura fue la aguja del campanario, que llevaba solo 19 años en pie, además de las sacristías exteriores y un corredor sobre la nave.
Diferentes cambios estéticos de la Seu de Manresa
El campanario actual de la Seu de Manresa fue construido en dos etapas, entre 1545 y 1592, con una base rectangular, ubicado justo donde estaba el crucero del viejo templo románico. Unos años más tarde, en 1681, se le añadieron arcos diagonales para sostener las campanas exteriores. El reloj que hoy se ve en la cara norte fue instalado en 1851. En 1917, el remate original fue reemplazado por una balaustrada y una aguja neogótica, como parte del proyecto de Soler i March para la fachada principal. Sin embargo, esta aguja de 24 metros no duró mucho, ya que en 1936 fue destruida junto con las viejas sacristías y el corredor.
La Cripta de la Basílica Santa María de La Seu de Manresa: Un Tesoro Interior
Cuando piensas en la Basílica Santa María de La Seu de Manresa, seguro que te viene a la mente su impresionante fachada, pero lo que realmente me dejó boquiabierto es su cripta. Este espacio, con su forma poligonal, es una verdadera joya arquitectónica que vale la pena explorar. La bóveda de crucería que la cubre le da un aire majestuoso, y la división en dos llaves añade un toque de complejidad a su diseño. La atmósfera aquí es única, perfecta para una pausa reflexiva mientras admiras los detalles que la hacen tan especial.
En el altar, hay una obra maestra creada por el artista Majà, que utilizó piezas rotas originales de Jaume Padró, destruidas durante la Guerra Civil. Es fascinante ver cómo el arte se renueva y transforma, y esta urna de vidrio que alberga dos arquetas de madera recubiertas con tela roja es un ejemplo perfecto de ello. Dentro, se encuentran las reliquias de varios santos, incluidos san Mauricio, san Frutoso y santa Agnés, conocidos como los Cuerpos Santos y patrones de la ciudad. Esta mezcla de historia y espiritualidad realmente realza la experiencia de visitar la cripta.
Reliquias de los Cuerpos Santos en la Seu de Manresa
Las reliquias que se guardan en la Basílica Santa María de La Seu de Manresa son un verdadero tesoro histórico y espiritual. Estas reliquias, conocidas como los Cuerpos Santos, se encuentran en la cripta de la basílica desde el 30 de agosto de 1372. Se trata de las reliquias de santa Agnès, san Mauricio y san Frutoso, que fueron trasladadas desde la parroquia de San Frutoso a Manresa hace exactamente 650 años. Cuando los visitantes descienden las escaleras hacia la cripta, se sienten atraídos por la curiosidad. Frente a las dos arcas centenarias que albergan las reliquias, surge la pregunta: ¿qué hay realmente en las urnas y por qué hay dos si son tres los cuerpos santos?
Cada una de estas arcas contiene reliquias envueltas en un pedazo de tela, junto a un pergamino que detalla la naturaleza de cada objeto, ya sean huesos u otros elementos que estuvieron en contacto con los mártires. Aunque comúnmente se les conoce como las arcas de san Mauricio, santa Agnès y san Frutoso, también albergan reliquias de otros santos. Según los inventarios realizados hasta ahora, incluso se incluye una piedra de la columna donde fue azotado Jesucristo y una parte de la corona de espinas que llevó durante su martirio. Sin embargo, el inventario más detallado data del 26 de agosto de 1876, recogido en un libreto editado por la Cofradía de los Cuerpos Santos en 1906.
La Composición de las Arcas
El arca que contiene las reliquias de san Mauricio, que pesa alrededor de 25 kilos, es especialmente notable. En su interior hay dos bolsas pequeñas que contienen el cráneo y varios fragmentos de hueso del santo, así como la túnica que se cree que llevaba. Además, se incluyen reliquias de otros santos inocentes, un trozo de hueso de un mártir no identificado, y varios fragmentos de piedra de la Montaña del Calvario y de la cueva donde dormía santa Magdalena. También hay huesos de san Mateo Apóstol, una costilla de san Abdón, y partes de otros santos como santa Cecilia y san Francisco de Asís. Todo esto no solo refleja la rica historia de la cripta, sino que también muestra la reverencia hacia estos santos y sus historias de martirio.
La urna que alberga las reliquias de san Frutoso y santa Agnès es igualmente interesante. Aquí se encuentran los huesos de santa Agnès, incluyendo trozos de su cráneo, tres muelas y dos dientes. En cuanto a san Frutoso, se conserva una urna con sus cenizas. El libreto de 1906 también menciona una celebración en 1876, donde los asistentes recibieron una botellita de vidrio con el algodón que había estado en contacto con las reliquias a lo largo de los años. Este gesto simbólico resalta la conexión de la comunidad con estos santos y su veneración.
Los Santos: Historias de Martirio
Ahora, hablemos un poco sobre quiénes fueron estos tres santos y por qué son tan significativos. San Mauricio, originalmente un soldado del imperio romano, se convirtió en una figura venerada. Comandaba una legión de más de seis mil hombres y era leal al emperador Maximiano, un conocido enemigo de los cristianos. En 286, antes de una batalla, el emperador exigió un sacrificio a sus tropas, pero Mauricio y sus hombres se negaron, lo que les costó la vida al ser decapitados.
Por otro lado, san Frutoso fue obispo de Tarragona y enfrentó su propia persecución. Se opuso a las festividades del emperador Valeriano y, al predicar la importancia de la oración y el ayuno, fue condenado a ser quemado vivo en el anfiteatro en 259. Finalmente, santa Agnès es quizás la más famosa de los tres. Esta joven de apenas 13 años fue condenada por rechazar a varios pretendientes, ya que había consagrado su virginidad a Jesús. Aunque fue lanzada a la hoguera, las llamas no la tocaron, así que su verdugo ordenó que la decapitaran. Su valentía y devoción han hecho de ella una figura emblemática en la tradición cristiana.
Conclusión
Las reliquias de los Cuerpos Santos en la cripta de la Basílica Santa María de La Seu no solo son un testimonio de la fe y la historia, sino que también nos conectan con el pasado y nos invitan a reflexionar sobre la valentía y el sacrificio de estos santos. Al visitarlas, uno no puede evitar sentir una mezcla de asombro y respeto por las historias de vida y martirio que estas reliquias representan. Así que, si alguna vez tienes la oportunidad de visitar la Seu, no dudes en descender a la cripta y contemplar estas reliquias que han perdurado durante siglos.